Chile no se queda de brazos cruzados frente a los aranceles de Donald Trump. El pasado 31 de marzo, el presidente Gabriel Boric aterrizó en Nueva Delhi, India, marcando el inicio de una ofensiva estratégica para enfrentar la guerra comercial desatada por el mandatario estadounidense. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha impuesto aranceles a socios como: China, Japon y la Unión Europea, y ha dejado entrever que el cobre —el corazón de la economia chilena— podría ser el próximo blanco. Con aranceles del 10% sobre la mesa, Chile, el mayor productor mundial de este metal, se juega mucho: en 2024 exporto más de 50.000 millones de dólares en cobre, siendo Estados Unidos el segundo mercado más importante después de China. Un golpe así podría sacudir la economía Chilena, pero el Gobierno tiene un plan. La visita de Gabriel Boric a la India no fue una casualidad. Es parte de un contraataque bien planificado, para diversificar mercados y reducir el impacto de los aranceles de Estados Unidos. En Nueva Delhi, el presidente cerró un acuerdo entre Codelco y la estatal india Hindalco para vender cobre chileno, un paso que abre negociaciones con la quinta potencia mundial.. Y eso no es todo, Chile planea negociar nuevos tratados comerciales con potencias asiáticas, entre ellas:
Japón: Japon como una de las mayores economías del mundo, es un importador relevante de recursos naturales. Japon podría ser un aliado estratégico para Chile en este escenario. Informacion sugiere que Boric viajaría a Tokio, para mitigar el impacto de los aranceles y diversificar las relaciones comerciales.
Corea del Sur: Este país es un gigante tecnológico y un gran consumidor de materias primas como el cobre y litio, que utiliza en su industria electrónica y de baterías. Chile ya tiene un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Corea del Sur desde 2004, lo que facilita profundizar esta relación.
Singapur: Singapur es un centro financiero y logístico de Asia, con una economía abierta y una demanda constante de metales para su industria. Un acuerdo comercial con Singapur podría abrir puertas no solo a su mercado, sino a otros países del sudeste asiático a través de su red de conexiones. Además, su interés en innovación tecnológica podría alinearse con los planes de Chile, de diversificar su economía.
China: Aunque ya es el principal socio comercial Chile, aun hay espacio para fortalecer aún más esta relación. China consume cerca del 50% del cobre mundial, y sigue siendo un mercado insaciable para este metal.
Unión Europea (UE): La UE es otro destino natural. Países como Alemania, Francia y España tienen industrias que dependen del cobre y están comprometidos con la transición energética, lo que también abre oportunidades para el litio y el hidrógeno verde chileno.
Brasil: En América Latina, Brasil destaca como una opción. Es la mayor economía de la región y un mercado con potencial para el cobre, especialmente en construcción y manufactura. Aunque no tiene la misma demanda que Asia, un acuerdo comercial más robusto con Brasil (quizás a través de Mercosur) podría ser un respaldo regional frente a los aranceles de Estados Unidos.
Australia: Australia importa cobre refinado y tiene una industria tecnológica en crecimiento. Un acercamiento podría incluir colaboración en minería sostenible o intercambio de conocimientos, además de comercio directo.
Además de buscar nuevos socios comerciales, el Gobierno planea incentivar la inversión en industrias alternativas, como el litio y las energías renovables, para diversificar exportaciones. También se evalúan subsidios temporales a los productores de cobre, si los aranceles afectan sus márgenes, junto con una campaña para promover el cobre chileno en mercados asiáticos y europeos. Todo esto mientras Gabriel Boric lanza un mensaje a Trump, señalandole de actuar como "un nuevo emperador" con medidas unilaterales que ignoran acuerdos, como el Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos, vigente desde 2003. Este contraataque con lleva riesgos. Por un lado, diversificar mercados y tejer lazos con India, Japón o Corea del Sur podría fortalecer la posición de Chile y darle un colchón económico frente a las políticas de Trump. Pero especialistas señalan que provocar a Estados Unidos, podría arriesgar beneficios como la Visa Waiver, algo que muchos chilenos valoran. Otros critican que esta estrategia internacional, no aborda urgencias internas como: La inseguridad o la inmigración. Sin embargo, lo que nadie puede negar es que Chile está dando pelea. Tal como ocurrió en 1978 con la Enmienda Kennedy, cuando Estados Unidos cerró a Chile las puertas a la venta de armas, en plena tensión con Argentina, hoy Chile busca nuevos horizontes, para proteger a su poblacion. El mensaje es contundente: si Trump afecta a Chile, Chile respondera en consecuencia.
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